Presencia: el secreto del liderazgo con impacto
Autor: Núria Baldrich Mora
Publicado el 3 de febrero de 2025
Este es el articulo más íntimo que he escrito hasta el momento. Y lo es porqué contiene un fragmento de mi Diario de autoexploración personal. Un Diario dónde escribo con profunda honestidad, a través de la autoexploración, experiencias y reflexiones desde mi. Nunca antes había expuesto de esta manera algo que escribo únicamente para mí, para nadie más.
Déjame, pero, que antes de compartírtelo, te lo contextualice en la temática que hoy quiero traer: como la calidad de la presencia es tu mayor activo para generar impacto en tu liderazgo. ¿Vamos a ello?
Pues bien. Hoy, vemos a menudo como las principales teorías de liderazgo y los comportamientos y habilidades asociadas a ellas se han construido en base a la previsibilidad y el control. Estos enfoques de liderazgo tienen efectos no deseados:
- Por un lado, matan la creatividad para la búsqueda activa de soluciones (una creatividad absolutamente necesaria atendiendo al contexto de gran complejidad en el que operamos).
- Por otra parte, el hecho de que no exista espacio para aportar los propios talentos reduce el compromiso y la motivación. De hecho, las personas se sienten agotadas al verse abocadas a alimentar unas estructuras poco eficientes y que deshumanizan.
Por tanto, este liderazgo se ha quedado obsoleto. Se requiere otra forma de ocupar el rol de liderazgo, si lo que queremos es liderar desde un lugar consistente y legitimado que, además, promueva la colaboración.
Para implementar este nuevo liderazgo, aparte de desarrollar comprensiones y habilidades nuevas, hoy quiero hablar de una calidad específica que es bueno desarrollar y que, de hecho, desde mi punto de vista, es una meta-habilidad esencial: la presencia. Y es que el impacto mayor que podemos lograr en el ejercicio de nuestro liderazgo es la calidad de nuestra presencia.
Permíteme, en este contexto, que te comparta tres ejemplos de cómo la presencia apoya tu liderazgo:
- Muy habitualmente confundimos los síntomas de aquello que no funciona en las organizaciones como los problemas. Este hecho nos lleva a pretender abordar lo que entendemos como el problema sin cuestionar los modelos mentales y fuentes responsables de su creación. Y, claro, no podemos resolver los problemas con el mismo tipo de pensamiento que los ha creado. Y tampoco podemos transformar el comportamiento de los sistemas a menos que transformemos la calidad de la atención que aplicamos a las acciones.
En este contexto, la presencia es el antídoto, puesto que desde ella podemos ver lo que acontece desde fuera de las identificaciones habituales de pensamiento. Y, en definitiva, esto es clave, puesto que, en caso contrario nos mantendremos atrapados en los mismos patrones antiguos, reproduciéndose una y otra vez los mismos síntomas negativos. - La presencia, en contraste a un liderazgo basado en la previsibilidad y el control, es la que nos permite prestar atención y seguir el flujo incesante del cambio, o, dicho de otro modo, seguir el ciclo natural de las cosas de la forma en que el sistema las va mostrando momento a momento. Así pues, sin excluir el valor incalculable de la planificación, debemos tener en cuenta que no son las recetas fijas aplicadas con rigidez las que nos permiten avanzar de una forma adaptativa y precisa a lo que la realidad va marcando como pasos necesarios. Es por ello que, una vez contamos con una buena planificación, debemos ser capaces, a la vez, de seguir el momento, estando presentes, y descubrir los pasos que quieren ocurrir, en vez de aferrarnos de manera rígida a un programa preconcebido.
- La presencia nos aporta la auto-consciencia necesaria para ejercer el rol desde la consciencia y la legitimidad. Así, en ocasiones, acontecen circunstancias que actúan como estímulos que nos hacen recordar sucesos que activan viejas heridas y, desde el recuerdo, podemos sumirnos rápidamente en una reacción emocional y límbica. Por ejemplo, podría ser el caso que interpretemos el comportamiento de alguien como un ataque personal, cuando en realidad no se ha dado realmente un ataque, si no que nuestra propia arqueología personal nos lleva a proyectar un ataque dónde no lo ha habido.
La presencia es la que nos puede ayudar a darnos cuenta de micro-señales previas a una reacción y, desde esta consciencia, poder escoger responder en lugar de reaccionar (tal como apuntaba Víctor Frankl, «La libertad humana es la libertad de escoger nuestra actitud en cualquier situación»). Y esto es muy importante puesto que operar cegado por viejas heridas no solo afecta a nuestra efectividad, sino que afecta a la autoridad y respeto que las personas que tenemos a nuestro cargo nos otorgan.
Dicho lo anterior, tal como te anticipé, reproduzco a continuación un fragmento de mi Diario de autoexploración, en el que describo una experiencia de conexión profunda desde la presencia:
“El presente me ofrece un espacio abierto para Ser, ser libre de las expectativas sociales, de las circunstancias, de proyectar mi pasado en mi futuro, de generar idealizaciones opresivas del futuro, de ser sin más en este espacio y en este momento. De abrirme a más y a mejores posibilidades. De sentirme, sentirme con lo que es ahora, en mi verdad del momento. De conectar con quien soy verdaderamente. De expresar lo que está vivo en mí y verlo desde la aceptación, desde una paz dónde no hay juicio. De dar espacio a la mirada apreciativa, de admirar el milagro de estar viva. De conectar con una mirada amplia, y no estrecha. De sentir paz, de sentirme en casa, de sentir que estoy justo dónde tengo que estar, que no tengo que llegar a ningún lugar concreto. De experimentar. De descansar en la vida que me sostiene. De acceder a todos mis recursos y más allá. De ver todo lo que tengo disponible y que no veía. De construir desde la verdad interior y momento a momento, confiando. De ver con nuevos ojos. De sentir que tengo un lienzo en blanco para crear como Ser creadora. De gozar de lo que es, sin necesidad de tener que hacer. De reconocer y sentir que en cada momento de presencia está todo lo que necesito, que nunca me falta de nada si habito el presente, y que en el presente sí se siente como posible aquello que el ego no ve posible. De sentir las infinitas posibilidades y la libertad personal para avanzar sin miedo, desapegada de los resultados, sabiendo que aquello que se dé es lo que más me conviene, y confiando en la existencia”.
Y, quiero preguntarte después de este fragmento: ¿Cómo crees que podrían ser las acciones que nazcan desde un sentir interior como el descrito? ¿Cuál es el nivel de impacto que se podría generar?
Y con tus respuestas, te pregunto ahora: ¿Te sumas al movimiento de incorporar la presencia para liderar con un mayor impacto positivo? Puedes hacerlo si te comprometes a ello. Y es que, aunque la experiencia descrita también me pertenece, porqué la he experimentado y ya es una evidencia registrada en mi cuerpo, reconozco que, a la vez, no me pertenece para nada. Y no me pertenece en el sentido que no es personal, sino pública. Porqué no es mía, sino de cada una de las personas que han habitado, habitamos, y habitaran en este mundo.
Estoy totalmente de acuerdo! Es un artículo realmente interesante, que abre una nueva visión no sólo del liderazgo en un contexto laboral, sino también una nueva visión del liderazgo personal. Como bien se explica en el «diario», la presencia, este tipo de presencia, nos libera. Nos libera del pasado y del futuro y nos sitúa donde estamos: en el presente. Para viajar ligeros y crear un futuro de verdad, nuevo, libre y liberado del pasado.
Gracias Núria Baldrich Mora por este inspirador artículo y por compartir tu diario personal.
Muchas gracias por el comentario, Elena. Es un artículo especial para mi. Me alegro que te haya gustado.
«La presencia en contraste a la previsibilidad y el control para seguir el flujo, etc.»
Genial, es completamente cierto. Y todo lo demás, las estructuras del sistema reniegan de lo mejor de las personas y es muy deprimente.
Y lo de la reacción desde las heridas. Personalmente no creo que sea malo de vez en cuando pues al final en momentos de debilidad se muestra esa parte, el problema es que se dá demasiado y llega un punto que estar tanto en lo emocional dificulta muchísimo el avance.
Seguimos en la presencia. Escribes bonito. 😊
Muchas gracias Miguel por tu comentario.
Con lo que comentas de las heridas, claro, allá están. No hago un planteamiento de negación. Mi perspectiva es la de darse cuenta, la de ser compasiv@ con un@ mism@ y la de hacerse cargo. En última instancia, aunque culturalmente se asocia el aspecto de la vulnerabilidad como un signo de debilidad, la vulnerabilidad es un aspecto ineludible de nuestra humanidad y, de hecho, si nos reconciliamos con ella, una fuente de poder.
Me resuena mucho en algunos de mis trabajos esta parte donde a veces me he aferrado a la planificación sin ver fuera ni observarme dentro. Y entonces sale la resistencia a situaciones que surgen por no enmarcarse dentro de la planificación.
Es interesante poder, después de la planificación, estar presentes para poder adaptar a lo que está ocurriendo y quiere ocurrir. Cómo encontrar el equilibrio entre lo planificado y lo que trae el campo.
Me ha aportado mucho tu articulo para recordar que para liderar tan importante es escuchar fuera lo que trae el campo, cómo escucharse mientras se escucha.
Porque a nosotras también se nos mueven cosas a las que está bien atender. Por eso la consciencia, por eso conectarse des de la presencia para poder navegar desde un@ , des de el otr@ y para tod@s.
Muchas gracias, Laura, por tu comentario.
Efectivamente, si nos identificamos excesivamente con lo estructurado y no damos espacio a lo emergente, cualquier cosa que aparezca que no esté dentro del plan nos desestabiliza. Por contra, si no hay nada de estructura y de planificación, navegaremos según sople el viento, sin unos objetivos e hitos claros que nos orienten en dirección a las metas. Y, efectivamente, la escucha, en un sentido amplio, debe estar presente, puesto que nos aporta una información valiosa para navegar el proceso. En definitiva, necesitamos de ambas polaridades, porque en cada una de ellas hay dones que necesitamos para avanzar.
Artículo muy potente sobre el valor de la presencia que nos invita a reflexionar sobre todo lo que aporta en el liderazgo. Me parece un análisis muy detallado y que da luz a un proceso que la mayoria de veces ocurre sin ser conscientes en ese momento y a su vez, aporta un gran valor al sujeto y entorno. Ojalá más líderes que cultiven la virtud de la presencia para brindar el liderazgo que necesitamos en estos momentos.
Muchas gracias por el comentario, Caterina. Me alegro que te haya gustado.
Pues sí, ojalá cada vez más y más l@s líderes cultiven esta presencia. Y, de hecho, cada persona de este planeta: tod@s tenemos nuestra influencia e impacto en nuestro entorno, independientemente de sí tiene un menor o un mayor abasto.