¿Sabes cómo dar mejor salida a los talentos en el equipo?

Autor: Núria Baldrich Mora

Publicado el 30 de julio de 2022

Publicado el 30 de julio de 2022

Autor: Núria Baldrich Mora

Hoy, conversando con una clienta, me ha venido en mente el Director de una institución educativa con la que trabajé hace un tiempo. Recuerdo muy bien a aquel hombre. Era un profesor brillante, muy apreciado por parte de su alumnado, y que gozaba de un gran reconocimiento por su labor entre sus colegas de profesión.

Pero, para aquel hombre todo cambió cuando lo ascendieron a Director. Su desempeño poco tenía que ver con la capacidad excepcional que se había proyectado en él. Sentía mucho cansancio emocional y estrés en el desempeño de su nuevo rol. De hecho, no pasó mucho tiempo antes de perder aquella chispa en sus ojos, que tanto transmitían su pasión por la docencia y la satisfacción que le producía su forma de contribuir en el mundo.

En este contexto, hoy quiero compartiros un pequeño cuento. El cuento es una fábula que apela a dos ideas principales:

  1. Por un lado, a como el grado de congruencia entre las expectativas de un determinado papel y las actitudes, valores, habilidades, talentos y otras características de la persona que lo juega, son fundamentales para un buen desempeño, tanto individual como colectivo.
  2. Y, por otro lado, también refleja el valor que aporta un liderazgo capaz de apreciar las cualidades y talentos de las personas, y capaz de crear las condiciones para que cada uno de estos pueda encontrar su espacio en el mejor momento, para lograr, así, los fines comunes.

Deseo que el cuento que te comparto te guste y te resulte inspirador. Después de él, para finalizar, te daré un par de ideas más que, en el momento de definir y distribuir roles, no puedes obviar, si es el caso que verdaderamente quieres que el máximo talento entre en juego en el logro de los objetivos a cumplir. Lee tranquilo, degústalo, que yo te espero. El cuento, de autoría anónima, se titula “La asamblea en la carpintería”, y dice así…

“Cuentan que, a media noche, en una carpintería hubo una asamblea algo peculiar. Las herramientas se habían reunido para tratar de encontrar una solución a las dificultades que tenían y que no les permitían trabajar como era necesario.

El martillo quiso ejercer la presidencia de la reunión, pero de repente la asamblea le notificó que debía renunciar:

– ¡No puedes presidir, martillo! – le dijo el portavoz de la asamblea- haces demasiado ruido y te pasas todo el día dando golpes.

– Si yo no presido, pido que también sea expulsado el caracol, ¡porque hay que darle muchas vueltas para que pueda servir de algo!

El caracol dijo aceptar la expulsión, pero le puso una condición:

– Si yo me voy, expulsad también a la lima, ya que es muy áspera de trato y siempre tiene fricciones con los demás.

La lima dijo que no se iría si no expulsaban el metro.

– Se pasa todo el rato midiendo a los demás, según su propia medida, como si fuera el único que es perfecto.

Justo en ese momento tan delicado, apareció el carpintero que se puso el delantal y empezó su trabajo. Utilizó el martillo, la lima, el metro y el caracol. Fue trabajando la madera hasta que tuvo el mueble terminado. Cuando acabó su trabajo, se fue.

Cuando la carpintería se quedó, de nuevo, vacía, la asamblea siguió deliberando. Fue entonces cuando el serrucho, que todavía no había dicho nada, habló:

-Señores, ha quedado demostrado que todos tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades; ¡son las que nos hacen valiosos! Así que propongo que no nos centremos tanto en nuestros puntos débiles y que nos concentremos en la utilidad de nuestros puntos fuertes “.

Para terminar con el artículo, tal como te había anticipado, enfatizar que, aparte de engranar las habilidades e intereses de las personas con los roles a desempeñar, dos ideas básicas a atender en el momento de definir y distribuir roles son:

  • Es fundamental que quede meridianamente claro qué tiene que hacer la persona que ocupará el rol (en particular, en termino de resultados); y los limites definidos de, por un lado, lo que sí y lo que no puede hacer dentro de su quehacer y, por otro, para no solaparse con otros roles. Esto es importante hacerlo a consciencia para asegurarse que la definición de los roles no genere dudas ni incerteza (cosa que ocurre cuando hay definiciones poco claras y/o que contienen aspectos contradictorios). Y, una vez, creado este marco claro, dar la confianza y la autonomía para que el rol pueda desplegar su misión.
  • E igualmente imprescindible, el dotar de los recursos (materiales, formativos, de acompañamiento, etc.) y del tiempo necesario para que el rol pueda desarrollar sus funciones. En caso contrario, se generará un malestar en la persona como consecuencia de sentirse sobrecargada, no compensada, y estresada al ver que no alcanza a cumplir lo encomendado (y, por ello, a veces, incluso afectando a su autoconcepto en relación a su desempeño).

Bueno, expresadas estas dos ideas, pues hasta aquí la reflexión de hoy. Me encantará recibir tus comentarios… ¡Gracias!

Cuéntame: ¿Qué nueva reflexión te ha generado el artículo? ¿Qué nueva posibilidad te abre tu reflexión?

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