¿El exceso de ego obstaculiza el avance del equipo?

Autor: Núria Baldrich Mora

Publicado el 29 de junio de 2024

Publicado el 29 de junio de 2024

Autor: Núria Baldrich Mora

Muchas veces, cuando hablamos de ego, tenemos un concepto sesgado, puesto que lo asociamos particularmente a formas de aparecer que nacen desde la soberbia. Y si bien es cierto que en la soberbia hay ego, este no se manifiesta necesariamente desde esta característica de manera explícita. De hecho, el ego está presente en todo ser humano, también en ti y también en mí, puesto que este está constituido de estructuras mentales con las cuales nos identificamos. O, dicho en otras palabras, está constituido por un entramado de ideas acerca de quién soy (o más bien dicho, de quién creo que soy).

Hoy quiero hablar sobre ello, puesto que el ego es un tema fundamental en la dinámica de las relaciones que se establecen en cualquier contexto dónde un grupo de personas se organizan para el logro de un objetivo común. Y es un tema esencial en el sentido que, sin ser conscientes de ello, desde el ego operamos viendo la realidad como un campo de oposición y de lucha. Y, desde esta concepción, minamos la posibilidad de trabajar juntos para lograr un objetivo común.

En este contexto, cuando en una organización, en un equipo, o en un grupo de personas que quieren llevar a cabo una iniciativa común, opera mayoritariamente el ego y no el eros (en un sentido de aprecio y reconocimiento mutuo), podemos ver que se da una competencia entre personas, en el sentido que los miembros de un equipo se centran demasiado en destacar y superar a los demás y, por tanto, sin que en la mayoría de veces sea consciente, cada cual manifiesta la expresión propia como una lucha de poder con los demás.

Es por ello que nos aferramos a nuestras ideas como si nuestra vida dependiera de ello. Y, es obvio que la vida no depende de ello, pero el ego, que como hemos visto responde a las identificaciones, se ve amenazado cuando alguien se presenta con una idea diferente a la que traemos. Y es que, desde el ego, que se identifica con las ideas, cuando alguien cuestiona lo nuestro, es como si atacara frontalmente nuestra identidad.

Es por ello que, en las reuniones de trabajo, a menudo más que diálogos se dan monólogos paralelos. Monólogos dónde lo que se busca es imponer las propias ideas como si fueran verdades universales o, si más no, infinitamente mejores que lo que traen las demás personas.

Igualmente, cuando hay exceso de ego se enrarece el clima del campo relacional, puesto que se inician procesos de juicios que, de no contar con espacios conversacionales intencionales, van in crescendo y llevan a que la desconfianza se instale en el trasfondo de la dinámica colectiva. Así, acontece que en lugar de, tal como decía Humberto Maturana, “ver a la otra persona como a un/a legítim@ otr@”, la negamos desde la no aceptación y/o desde el sentirnos mejores.

En este contexto, si no gestionamos el exceso de ego y la falta de eros en las organizaciones, las consecuencias van a ser:

  • Por un lado, a nivel individual, condicionará negativamente la voluntad de contribución desde lo mejor de cada cual.
  • Por otro lado, a nivel de equipo, la colaboración no se va a poder dar y, por tanto, quedará truncada la capacidad de generar resultados acordes al potencial existente.

Entonces, atendiendo a los efectos descritos, y aunque el ego va a estar presente en nuestras interacciones (y el motivo es que forma parte del estadio evolutivo en que nos encontramos como seres humanos), es clave gestionar su exceso en un equipo dado.

Para ello es necesario que podamos aprender a observarnos como personas y como equipos u organizaciones. Y esto puede resultarnos difícil por el hecho que la cultura social en la que nos hemos desarrollado nos empuja a ver siempre todo en el afuera, culpando de todos los males a lo externo y sin tomar responsabilidad de nada. Y por si no fuera poco, a lo anterior, hay que añadir como el juzgar, moralistamente y sin cuestionamiento alguno, las cosas como buenas/correctas o como malas/incorrectas, está muy arraigado.

Entonces, ¿Qué debemos tener en cuenta para gestionar el exceso de ego en las organizaciones?

  1. Lo más efectivo, como siempre, es todo aquello que tiene que ver con lo preventivo, sin que ello excluya que igualmente va a haber momentos dónde el ego tome el mando. En todo caso, construir intencionalmente una cultura en que el eros pueda circular y se desarrolle como parte del ADN de una organización dada, es lo mejor que podemos hacer.
  2. Independientemente del tipo de cultura, a pesar que, obviamente, una cultura trabajada intencionalmente, favorecerá el abordaje de temas difíciles, es importante disponer de metodologías que ayuden a generar conversaciones respecto a aquello que bloquea el fluir de un equipo y que, por tanto, ayuden a recomponer el tejido conversacional y social en los equipos.
  3. Finalmente, y aquí entra en juego el papel desde lo individual, por un lado, apelar a la voluntad de encontrarse con l@s otr@s desde la empatía: entender sus miradas, sus razones, sus emociones, sus historias, etc. Y, por el otro, podemos recorrer a un trabajo personal de toma de responsabilidad observando cuando emitimos juicios hacia las situaciones y hacia las personas: el observarnos en estas situaciones situadas ya es un inicio de desidentificación, puesto que, implícitamente, si podemos observarlo es porque el observador es diferente a lo observado.

En definitiva y para concluir el presente artículo, si realmente tenemos un compromiso firme y estamos dispuestos a tomar responsabilidad, podemos «usar» al ego como un vehículo para deconstruirnos de lo que nos impide conectar con las fuentes de creatividad desde lo que verdaderamente somos como individuos y como colectividades. Sin duda, esto es algo que vale realmente la pena, ya que, des de ahí, es que vamos a poder generar organizaciones en que las personas quieran estar y, des de ahí, es que vamos a poder generar resultados acordes a la inteligencia colectiva presente en la organización de la que formamos parte.

CUENTAME: ¿Qué reflexiones nuevas te ha traído el artículo?

2 Comentarios

  1. DANIEL Sancho Coll

    Esplèndid article Núria!
    Qui no té ego?
    Qui no vol imposar la seva opinió?
    Haurem d’escoltar més als altres i segur que trobem millors opcions.
    No hi ha res com viure en un món de grisos: res és banc, ni res és negre.
    Salut!

    Responder
    • Núria Baldrich Mora

      M’alegro que t’agradi, Daniel. I moltes gràcies per compartir les teves reflexions. Escoltar als altres, sense dubte, ens obre la possibilitat a millors opcions i, tanmateix, quan l’ego agafa el comanament en excés, obstaculitza aquesta possibilitat. Més endavant escriuré un altre article per aprofundir-hi, que aquesta qüestió dóna per molt.

      Responder

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